"La vida sólo puede provenir de la vida."
Anton van Leeuwenhoek (1632 – 1723) fue un científico holandés, considerado como el precursor de la biología celular y a menudo llamado “el padre de la microbiología” por sus estudios en este campo.
Se le considera el primer microbiólogo, y es recordado por sus descubrimientos, como el primer científico en observar y describir los organismos unicelulares (o microorganismos), a los cuales nombró inicialmente como “animalillos”. En 1676, describió el hallazgo de organismos tan diminutos que “diez mil de estos seres vivos apenas podrían ser iguales a la masa de un grano de arena grueso.”
Entre sus mayores descubrimientos se incluyen:
1.Los organismos infusorios (rotíferos y protistas) en 1674.
2.Las bacterias (por ejemplo, las Selenomonas de la boca humana) en 1676.
3.La vacuóla de las células.
4.Los espermatozoides, en 1677.
5.Las bandas de las fibras musculares, en 1682.
Portret van Antonie van Leeuwenhoek, Blois, Abraham de1679 - 1717
Anton también fue el primero en registrar las observaciones microscópicas del flujo sanguíneo de las células en los capilares (o vasos sanguíneos pequeños), y es reconocido por sus mejoras importantes a los microscopios. Él mismo llegó a realizar más de 500 lentes ópticos y fabricó al menos 25 tipos de microscopios diferentes.
Al igual que Robert Boyle, John Ray, Carlos Linneo y otros biólogos prominentes, Anton tenía una inclinación a glorificar a Dios y beneficiar a la humanidad a través de su investigación; hecho que se hizo notorio en sus escritos, donde exclamaba sobre la grandeza y la sabiduría de Dios, quien, según él, había creado las maravillas que veía a través de sus lentes.
Su postura en contra del mito de la generación espontánea también era una defensa de la doctrina bíblica de la Creación contra el materialismo incipiente. Creía que era una tontería pensar que los “animalillos” se formaran por casualidad y trabajó para demostrar que “todas las cosas se reproducen según su especie”, como se enseña en el libro de Génesis. Esta apologética y su creencia en la biogénesis contribuyeron a sentar bases en contra de la generación espontánea, refutada después por Louis Pasteur en el siglo XIX.
Leeuwenhoek aportó pruebas en contra de la falsa doctrina de la generación espontánea, convencido de que “la vida sólo puede provenir de la vida”, basándose en sus observaciones de los ciclos de vida de hormigas, pulgas, mejillones, anguilas y otros organismos.
A pesar de que no era un científico universitario, sino un comerciante de alimentos, Anton fue reconocido en vida por sus estudios científicos, y su interés por el conocimiento lo mantuvo observando a través de sus microscopios hasta los 91 años.
Aunque se conocen pocos detalles sobre su fe, sus escritos están llenos de alusiones a Dios, notable en la colección de Trabajos Selectos que Samuel Hool compiló en 1800.
Anton fue criado en la tradición de la Iglesia Cristiana Reformada Holandesa, con un alto concepto de la Escritura y firmeza en la salvación en Jesucristo y la doctrina de la Creación de Dios. Según Richard Westfall de la Universidad de Indiana, “él fue bautizado y enterrado en iglesias calvinistas, y su esposa era hija de un ministro calvinista”.
Para este científico cristiano, la diversidad de vida microscópica bajo sus lentes revelaba un Dios glorificado, igual de impresionante que las estrellas más brillantes, un Creador que él consideraba el verdadero padre de la microbiología.
Photographs taken with facsimile Van Leeuwenhoek microscopes. A Fossil diatom mixture, using a microscope with 65 × magnification, a Canon EOS 60D camera body and a Tamron zoom 1:1 macro lens. B Bacteria and protozoa, using a microscope with 302× magnification, a Canon EOS 60D camera body and a Tamron zoom 1:1 macro lens. C Vorticella sp. from a stream in the Delft Botanic Garden. Microscope with 116× magnification, a Canon EOS 550D camera body and a Tamron zoom 1:1 macro lens. D Cyanobacteria and a rotifer in a sample of water from the Delftsehout, a shallow lake near Delft. Microscope with 116× magnification, a Canon EOS 550D camera body and a Tamron zoom 1:1 macro lens. (Robertson 2015a)
Su fe en Dios
Anton van Leeuwenhoek sostenía firmemente que las maravillas que observaba a través de su microscopio eran el resultado de un Diseñador Inteligente. Como escribió Gillen (2007), sus experimentos le llevaron a reflexionar profundamente sobre el orden providencial y la perfección incomprensible de la creación.
Después de realizar una serie de observaciones sobre rotíferos en 1702, declaró con asombro:
“Los experimentos anteriores los he repetido muchas veces con el mismo éxito, especialmente con algunos de los sedimentos que se han mantenido en mi estudio durante unos cinco meses…
De todas estas observaciones, podemos discernir más claramente la perfección incomprensible, el orden exacto y el inescrutable cuidado providencial, con el que el más sabio Creador y Señor del universo ha formado los cuerpos de estos animalillos, que son tan diminutos que escapan a nuestra vista, para que las diferentes especies de ellos puedan conservar su existencia.
Y es esta maravillosa disposición natural, respecto a estos animalillos para la preservación de sus especies, la que al mismo tiempo nos llama la atención con asombro; seguramente debe convencer a todos de lo absurdo [que son] las viejas opiniones de que los seres vivos pueden ser producidos a partir de la corrupción de la putrefacción.”
(Citado también en Schierbeek, 1959, p. 171).
Tras semanas de trabajo dedicado a observar el desarrollo y propagación de insectos, Leeuwenhoek quedó completamente impresionado por la complejidad y perfección con la que incluso las células más diminutas habían sido creadas. Esta experiencia lo llevó a declarar confiadamente que detrás de cada detalle de la vida había una mente divina y sabia.
Encyclopædia Britannica.Reflexiones Finales de Leeuwenhoek sobre la Creación
Anton van Leeuwenhoek concluía sus observaciones científicas con profundas reflexiones teológicas, destacando el vínculo entre la creación y su Creador. Escribió:
“Esto debe verse [como algo] maravilloso, y debe ser una confirmación del principio de que todos los seres vivos deducen su origen de aquellos que estaban formados desde el Principio.”
(Dobell, 1932; Schierbeek, p. 137)
Además, enfatizó la sabiduría divina detrás del diseño de la vida, afirmando:
“Pongamos la mano en nuestra boca, y reflexionemos que Aquél que es todo sabio ha considerado esto necesario para la reproducción de todo lo que ha recibido movimiento y crecimiento, y así, el porqué y el para qué los podemos indagar después.”
(Citado en Schierbeek, p. 31)
Observaciones sobre el Crecimiento de las Plantas
En sus experimentos sobre el crecimiento de los granos de las plantas, Leeuwenhoek llegó a conclusiones que reflejan su entendimiento de la creación como un sistema perfectamente diseñado desde el inicio:
“De todas estas observaciones podemos asegurar completamente que el calor y el agua, por sí mismos, promueven el crecimiento de las plantas. Y también, que Dios, el Creador todo sabio del universo, no crea ninguna nueva especie en la Tierra, sino que, desde el Principio, ordenó y constituyó todas las cosas… Su creación, siendo perfecta, las semillas de las plantas, cuando están maduras, producen o contienen en sí mismas la parte vegetativa de una futura planta, la cual, a su debido tiempo, será producida, reflejando la conformación de la planta original. Esto, considero, es una verdad que prevalece no solo en las plantas, sino en todas las criaturas vivientes existentes.”
(Extracto original de The Select Works of Antony Van Leeuwenhoek, Samuel Hoole, 1800)
La Perfección del Creador Reflejada en la Naturaleza
Leeuwenhoek veía en cada detalle de la creación una prueba de la omnisciencia divina, destacando que incluso los descubrimientos más pequeños eran solo una sombra de las maravillas aún por descubrir:
*“Cuando tenemos en cuenta debidamente esta mano de obra perfecta del Artista Divino, debemos confesar que las cosas que descubrimos por los microscopios no son sino una sombra de aquellas que permanecen ocultas a nosotros… tanto en los animales más pequeños como en los más grandes, y en las plantas. Es de esperarse que las indagaciones sobre las obras de la naturaleza revelen más y más verdades, llevando a una aversión hacia los errores de épocas pasadas.
Porque nosotros no podemos glorificar mejor al Señor y Creador del Universo que contemplando, incluso en las cosas más pequeñas, la manifestación de Su Omnisciencia y Perfección con la mayor admiración.”*
(Citado en The Select Works of Antony Van Leeuwenhoek, Vol. 1, p. 314)
Bibliografía
•David F. Coppedge (2002), Microscopic Magnificence: “Antony van Leeuwenhoek encontró la gloria de Dios incluso en sus creaciones más pequeñitas”, Christian History Biography.
•David F. Coppedge (2002), The World’s Greatest Creation Scientists, Master Plan Productions.
•Gillen & Douglas (2012), Antony van Leeuwenhoek: Creation “Magnified” Through His Magnificent Microscopes, Liberty University, Answers in Genesis.
Sobre el Autor y Colaborador
Este artículo fue originalmente escrito y publicado por Omar García, quien gentilmente otorgó su autorización para que fuera compartido en este sitio web.
Omar García es editor y traductor con sede en Coacalco, Estado de México, México. Su trabajo se enfoca en explorar la historia de la ciencia desde una perspectiva cristiana, destacando las contribuciones de científicos que han glorificado a Dios a través de sus investigaciones.
Agradecemos profundamente su generosidad al permitirnos difundir este valioso contenido y su compromiso por inspirar a otros con la conexión entre la fe y la ciencia.